jueves, 6 de marzo de 2008

que no vale, no

Input últimamente no ha escrito mucho, este es un estudiante de la ULA en historia. Me identifico mucho con su manera de pensar. Me acabo de enterar que el tambien fue utopico y comunista antes de los 18 años, al igual que yo.
El acaba de publicar un post sobre sus reflexiones acerca de la reforma constitucional. Y lo hace muy bien, pasa del analisis (romper en pedazos) a lo macro o al plano holistico de la reforma y sus implicaciones.
A mi me parece una posición muy razonada, algo que no he visto en paginas chavistas que apoyan a la reforma. Ellos solo la apoyan debido a que chavez lo hace, y mas bien lo que hacen es una” racionalizacion” de su apoyo, pero no una verdadera critica sustentada.
Es algo larga, lo cual es una herejía en la blogosfera, once páginas de word (11) pero vale la pena leerla, en especial en lo referente al voto paritario de los estudiantes en as universidades. Vale la pena leerlo y lo pueden hacer aquí.
Termina con una reflexión historica.
He aquí dos citas;
. De alguna manera, el conjunto de las nuevas atribuciones, explícitas o no, del Presidente de la República, nos hacen recordar las facultades extrordinarias de los procónsules romanos que temporalmente, durante cortos períodos de emergencia, eran conocidos como dictator; si no fuese por la también extraordinaria capacidad económica y legal que la constitución propuesta le otorga al Presidente para hacer más cómoda y duradera su permanencia en el poder, cosa que los republicanos romanos detestarían.
Y termina de esta manera.
En 1856, José Tadeo Monagas ardía en deseos de continuar durante un período más en la presidencia de la República, en lugar de verse obligado a entregar por segunda vez el poder a su hermano, José Gregorio, el santo que abolió la esclavitud justo cuando ya no existía, porque para nadie era rentable. Este juego nepotista era efectivo desde 1847, cuando por primera vez José Tadeo había asumido la presidencia gracias al apoyo del Centauro: en 1851 había asumido José Gregorio, y en 1855 José Tadeo iniciaba su segundo Período. Ante las ganas de no devolver el poder a su hermano como estaba acordado, sólo un obstáculo se interponía, que no la fidelidad familiar: la constitución de la República de Venezuela de 1830, que prohibía la reelección inmediata del Presidente de la República. Siendo él el actual Presidente y con el Congreso todo de su parte, gracias a una movida sucia de eliminación forzada de la oposición que había llevado a cabo en 1858, parecía sencillo impulsar una reforma constitucional que no prohibiese su reelección inmediata. Pero otro escollo entorpecía el camino a la perpetuidad: otro artículo de la constitución de 1830 indicaba que para reformar la constitución era necesario publicar la propuesta en su totalidad, y esperar por la deliberación del congreso que se instalase luego de una renovación de todas las cámaras. Como no había tiempo para todo aquello, José Tadeo pensó una solución: habiendo expedido el congreso de José Tadeo un decreto según el cual los próximos congresos sí iban a poder promulgar reformas constitucionales sin necesidad de publicar ni de esperar, el presidente se inventó una ley de división territorial donde agregaba ocho provincias a la lista. Con la promulgación de esta ley, se hacía indispensable la renovación de las representaciones provinciales en el congreso, cosa que, con la influencia del presidente, resultó nuevamente en una asamblea hecha a su medida. De esta manera, cumplidas las condiciones del decreto del congreso del 56, se iniciaron los trabajos de legislación para la reforma.
El nuevo congreso agregó cosas como, por ejemplo, la creación de un Poder Municipal que aparentemente favorecía la descentralización; también atribuyó al presidente la facultad de elegir a dedo los gobernadores de provincia, suprimió la pena capital por delitos políticos, y limitó considerablemente la libertad de prensa. Pero lo más importante, al menos para José Tadeo, es que se eliminaba el artículo que prohibía la reelección inmediata. Promulgada la constitución en abril de 1857, recibió Monagas el nombramiento de Presidente de la República por parte del Congreso. Al fin, luego de tanto trabajo, el presidente seguía allí, en su silla, en su presidencia. Poco tiempo pudo descansar el reformista. Apenas iniciado el año de 1858, el suelo ya temblaba bajo sus pies: una fugaz pero poderosa alianza de venezolanos conservadores y liberales le hizo sentir la debilidad de su logro. En Marzo renunció Monagas, antes aún de haber terminado el quinquenio que se había iniciado en 1855, antes de tanta reforma fútil, por el temor que le inspiraba la proximidad de las tropas que se avecinaban a la capital. Soplaban vientos de Guerra Federal.
Y entre 1859 y 1860 luchaba y moría uno de los héroes simbólicos de la actual revolución, Ezequiel Zamora; pero no en defensa de un centralismo como el que propugna Chávez, ni del socialismo como régimen económico e ideológico: su grito de Guerra fue el grito de Federación que aparece en nuestro escudo de armas, y su bandera ideológica y económica, el liberalismo.

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